Si, terminé de leer Bestial. Me resulto emocionante, hermoso, increible, romántico, y demás. Copie una de las últimas partes, para tenerla conmigo.
-¿Adrián? –Miró en la oscuridad como si no pudiera verme. El mundo era negro y giraba. El aire olía fuertemente a rosas ahora. Y bajo mis manos, sentí algo. Pétalos de rosa. Estaban por todas partes, bajo mis manos y sobre mi cuerpo, e incluso en el cabello de Lindy. ¿De donde han salido?
-Estoy aquí mi amor. -¿Habia dicho mi amor? ¿Yo? Pero mi cuerpo se sentía tan bien, como si nada pudiera volver a hacerme daño. Ya no me dolia. ¿Estaba muerto?
Aún así, ella me miraba de forma extraña. Finalmente, habló:
-¿Kile Kingsbury? Pero… ¿Dónde está Adrián?
Habia oido mal.
-Estoy aquí. ¿Pero como me has llamado?
- Kyle Kingsbury, ¿no? De la escuela de Tuttle. Quizás no me recuerdas, pero una vez me diste una rosa. –Se detuvo, mirando lado a lado-. Una rosa… ¡Adrián!
- Lindy… - Puse mi mano ante mis propios ojos, y era una mano humana. La mano de un hombre. Tan perfecta. El brazo de un hombre. Toqué mi cara. ¡La cara de un hombre!- Lindy, soy yo.
-No lo entiendo. ¿Dónde está el chico que estaba aquí antes? Su nombre era Adrián, y era…
-¿Feo? Horrible.
-¡No! Estaba herido. ¡Tengo que encontrarlo! –Empezo a caminar hacia la puerta.
-¡Lindy! –Batallé con mis pies. Mi fuerza regresaba, y cuando miré abajo, no habia sangre, ni dolor. Estaba curado en todos los aspectos. Lindy corrió a la puerta, y la perseguí, ya que estaba mejor. Estaba vivo y bien, y cogí su mano con la mía-. Por favor, espera.
-No puedo, Kyle. No lo entiendes. Habia un chico aquí, y era…
- Yo. –Agarré su mano. Era yo.
-¡No! Forcejeó para liberarse, pero sostuve sus manos-. No, él no eras tú.
- Por favor. –Tiré de ella hacia mí. Era más alto y fuerte de lo que Kyle había sido antes. La atraje de forma que no pudiera marcharse. Me golpeó, dando manotazos y patadas-. Por favor, Lindy, sólo cierra los ojos, y sabrás que lo que digo es cierto. –Envolví mi brazo alrededor de ella y puse la otra mano sobre sus ojos.
En un segundo, se rindió, casi. Dije:
- Una noche, hubo una tormenta eléctrica. Bajaste, asustada, e hicimos palomitas de maíz… dos bolsas… y vimos “La princesa prometida”. –Me detuve. Se había quedado congelada-. ¿No reconoces mi voz, Lindy? Cuando la película terminó, te quedaste dormida. Te levanté en brazos y te llevé a tu habitación.
Se apoyó contra mí ahora, como si me necesitara para mantenerse en pie. Continué.
- Despertaste en la oscuridad y me hablaste. Me dijiste que mi voz te sonaba familiar. Era familiar. Era yo. Kyle. Adrián. Somos el mismo. Siempre recordaré ese día porque fue la primera vez que tube esperanza, la primera vez que te hablé sin que repararas en cuan horribe, cuan poco humano era yo. La primera vez que creí que quizás pudieras amarme.
Se giró hacia mí.
-¿Adrián? ¿Pero como?
- Magia. Una bruja me puso bajo un hechizo, diría un cruel hechizo, pero realmente no lo fue porque me condujo a ti.
-¿Cómo se rompió el hechizo?
-Magia. Era mágico, y la magia se llamaba amor. Te amo, Lindy.
Me incliné y la besé. Ella me devolvió el beso.
-¡Adrián!
- Si. –Me estaba riendo. No podia evitarlo.
-¿Puedes llevarme a casa ahora? – dijo ella. A tu casa.
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